Historia de la vinificación escandinava

En Suecia, el vino se elabora a partir de frutas y bayas desde mediados del siglo XVI, con los mayores volúmenes de producción durante el siglo XIX. Cuando se introdujo el monopolio del alcohol en 1917, solo se permitió que permanecieran las empresas que ya habían producido vino antes de 1917, pero muchas aún cerraron sus operaciones. En 1933, los vinos de frutas y bayas ya no podían llamarse vino. Unos años más tarde, se elevó el impuesto sobre los vinos de frutas suecos y la industria fue básicamente eliminada.

A fines de la década de 1990, la producción de vino en Europa comenzó a moverse hacia el norte gracias a las uvas híbridas y las nuevas tecnologías. En 1999, se permitió la viticultura comercial tanto en Dinamarca como en Suecia. Pasó un tiempo antes de que los pioneros en Suecia aprendieran a dominar el clima y las materias primas. Actualmente, varios productores trabajan en estrecha colaboración con la Universidad Sueca de Ciencias Agrícolas (SLU) para perfeccionar sus operaciones en función de las condiciones climáticas. En el otoño de 2020, se establecieron alrededor de 30 productores de vino en Suecia, de los cuales poco menos de diez son un poco más grandes.

Los volúmenes de vino sueco han aumentado mucho desde el principio, al igual que la calidad. Con el vino sueco, muchos consumidores encuentran lo que buscan: pequeños y nuevos orígenes, nuevos métodos de vinificación, diferentes variedades de uva y, sobre todo, una producción más artesanal y respetuosa con el medio ambiente.

La viticultura sueca destaca frente al resto de Europa por un uso mucho menor de pesticidas. Las variedades que se cultivan son casi exclusivamente las denominadas Piwi (Pilzwiderstandfähige) que son resistentes a las enfermedades, especialmente al oídio. Esto significa que solo necesita rociar con fines preventivos con preparaciones de azufre. En el sur de Europa, las fumigaciones se realizan a menudo con preparados a base de cobre, incluso en viñedos con certificación ecológica.

El más bodegas en Suecia trabajan orgánicamente con estiércol natural y control mecánico de malezas, incluso aquellas que no están certificadas como granjas orgánicas.